LA RAMA QUE NO EXISTE

Siguiendo los pasos del autor de esta novela intentaré ser breve, por tanto, empezaré directamente por la conclusión: Un libro bastante flojo y en mi opinión poco trabajado. Se intuyen ganas, una intención de agradar, pero el resultado final es algo decepcionante.
Como punto positivo: la trama no te roba mucho tiempo. Bastan dos horas para leerse sin prisa. Al no ser muy extenso, ya solo comenzar no confías en encontrar largas descripciones de las localizaciones donde transcurre la historia. Y así ha sido. Pienso que es una pena, teniendo en cuenta que el autor escoge para su relato pequeñas poblaciones de la costa cántabra.
Los personajes también quedan, inmerecidamente, bastante deslucidos. Acaban componiendo más una definición, casi como un etiquetado, que una descripción de cómo son y cómo piensan, quedando muy desaprovechados, a pesar de haberlos planteado como muy vividos, de profundas reflexiones y con dotes artísticas. Pero como decía al principio, intuyes buena intención en casi toda la novela pero poco más.
El relato va perdiendo consistencia (si en algún momento la tuvo) a medida que avanza la historia, independientemente de si narra acontecimientos presentes o  pasados. Estos últimos pretendiendo, sin mucho éxito, ayudar a cimentar el relato. Únicamente en los capítulos iniciales, así como en la sinopsis que aparece en la contraportada, se intuyen rasgos de llegar a resultar una novela interesante.
¿Qué cuenta el libro? Pues no sabría decirlo con exactitud. Intenta tocar muchos temas: amor, desamor, arte, soledad, pérdida. Pero acaba resultando un batiburrillo de sensaciones. Incluso me atrevería a proponer como personaje y eje principal de la novela a la muerte, en ocasiones haciendo acto de presencia de forma explícita, y otras  implícitamente. Todo gira en torno a ella trasladando una sensación  de oscuridad, resultando desalentador y excesivamente melancólico. Mientras leía muchos de sus capítulos acudían a mi memoria escenas de la película Seven donde David Fincher quería, y así lo hizo, rodar toda su película con climatología adversa: lluvia persistente, cielos nublados, callejuelas anegadas. En el libro, al contrario de la película, la desesperanza no se manifiesta de forma tan diabólica y sanguinaria, ni mucho menos, pero hace acto de presencia aunque no parecer ser, a priori, la intención de sus personajes.
Me queda poco más que decir de este libro. No recomiendo su lectura. 


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